Es verano y cae la tarde en un pueblo del sur de España. Como cada día, Alfonsa saca su silla a la calle para «tomar el fresco» en su puerta. Un vecino, Sandalio, se detiene para saludarla y acaba acompañándola, sentándose junto a ella. Durante el tiempo que Sandalio la acompaña, Alfonsa se mostrará cauta para evitar posibles chismorreos entre los vecinos que no pierden detalle de este encuentro y, a pesar de ello, Sandalio no pondrá freno a sus deseos.